lunes, 16 de junio de 2008

Kissinger condenó a Allende de antemano

"Le recomiendo oponernos a Allende con toda nuestra fuerza y hacer todo lo posible para impedir que se consolide en el poder, teniendo cuidado de que aparentemos estar reaccionando a sus movimientos", escribió Kissinger en un documento reservado fechado el 5 de noviembre de 1970.
El documento de ocho páginas revela también que, para el entonces consejero de Seguridad Nacional de Nixon, Allende tenía capacidad para ampliar su popularidad en las elecciones de 1976, que no llegaron a celebrarse.
La máxima preocupación del poderoso funcionario era que Allende tuviera éxito en su gestión e inspirara así a movimientos izquierdistas en otros países, incluida Europa occidental, según admitió propio Kissinger en su memorándum "secreto/delicado" ("Secret/Sensitive").
"El ejemplo de un gobierno marxista electo exitoso en Chile tendría, seguramente, un impacto --y aun valor como precedente-- en otras partes del mundo, especialmente en Italia", advierte el documento dirigido a Nixon pocas horas antes de una reunión clave del Consejo de Seguridad Nacional.
El actual secretario de Estado Colin Powell, sostuvo que la actitud de Washington respecto de Allende en Chile "no es una parte de la historia estadounidense de la que nos sintamos orgullosos".
El informe recién conocido deja en evidencia que el "ataque preventivo" implementado en Iraq por el presidente George W. Bush tiene, como doctrina, antecedentes en la historia estadounidense, al contrario de lo que hasta ahora decían, escandalizados o complacidos, simpatizantes y adversarios del gobierno.
Pero las maniobras desestabilizadoras de Washington contra el gobierno de Allende no tuvieron entre sus motivaciones la evaluación de Chile como fuente de amenazas militares directas o subversivas contra Estados Unidos, según el documento escrito por Kissinger.
En 1970, Kissinger urgió a su jefe a rechazar el enfoque de convivencia pacífica recomendado por el Departamento de Estado oficina que dos años después encabezaría él mismo.
"La imitación de fenómenos similares en otras partes afectaría significativamente el equilibrio mundial y nuestra propia posición", según el funcionario.
El documento deja en evidencia los argumentos que estaban detrás de la política de desestabilización ejercida en Chile por el gobierno de Nixon, según Peter Kornbluh, autor de "El archivo Pinochet: Informe desclasificado sobre atrocidades y responsabilidad".
"Este documento es la piedra de Roseta para descifrar las motivaciones de Kissinger y Nixon al socavar la democracia chilena", dijo a IPS Kornbluh, quien obtuvo el informe a través de los mecanismos establecidos por la Ley de Libertad de Información (FoIA).
"También fortalece el juicio de la historia sobre el papel de Kissinger como principal defensor del derrocamiento del gobierno de Allende", agregó el investigador, quien dirigió durante más de 10 años el Proyecto de Documentación sobre Chile del centro académico independiente Archivo de Seguridad Nacional.
En sus memorias, Kissinger negó que Estados Unidos haya intentado deliberadamente desestabilizar a Allende.
Allende fue, finalmente, depuesto en un sangriento golpe de Estado encabezado por el general Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973, dando inicio a una dictadura que duró 17 años.
El presidente se suicidó antes de que los conspiradores lo capturaran.
"Estados Unidos no intentó desestabilizar a Allende, sino mantener a aquellos partidos políticos que tradicionalmente participaron en elecciones, y nuestra preocupación eran las elecciones de 1976 y no el golpe de 1973, del que no sabíamos nada y con el que no tuvimos nada que ver", dijo Kissinger en sus memorias.
Kornbluh concluyó en su libro que no existe evidencia concreta de participación de la CIA en el golpe de Estado, aunque sí la hay de un rol de Washington en la preparación del terreno para la conspiración y en el respaldo a Pinochet luego de encaramarse en el poder.
"Los peligros de no hacer nada" para impedir que Allende consolidara su posición en el gobierno chileno "son mayores a los riesgos que corremos si tratamos de hacer algo", escribió Kissinger en su memorándum. "La elección de Allende representa para nosotros uno de los desafíos más serios jamás afrontados en este hemisferio. Qué hacer al respecto podría ser la decisión de política exterior más histórica y difícil que usted tenga que tomar este año", escribió Kissinger a Nixon.
Un gobierno izquierdista en Chile "tendrá efecto en lo que suceda en el resto de América Latina y el mundo en desarrollo, en nuestra posición futura en el hemisferio y en el más amplio panorama mundial, incluidas las relaciones con la Unión Soviética", agregó. En ese sentido, Chile "se convertirá probablemente en líder de la oposición a nosotros en el sistema interamericano, una fuente de distorsiones en el resto de América Latina" y "podría constituir una base de apoyo y punto de entrada para la expansión de la presencia soviética y cubana en la región", sostuvo.
Una inacción de Washington contra Chile "puede ser percibida en América Latina y en Europa como indiferencia e impotencia", argumentó. Allende es "un marxista duro y dedicado con un profundo sesgo antiestadounidense", pero fue "elegido legalmente" y tiene "legitimidad a los ojos de los chilenos y de la mayoría del mundo.
Pero Kissinger recoge en su informe la visión que consideraba predominante entre los analistas estadounidenses, según la cual "Allende y las fuerzas que llegarán al poder con él tienen la capacidad, los medios y los conocimientos para mantenerse y consolidarse" en el gobierno.
"Un estado socialista, racional e 'independiente' vinculado con Cuba y con la Unión Soviética puede ser aun más peligroso para nuestros intereses de largo plazo que un régimen radical", añadió.