domingo, 20 de enero de 2008

La última entrevista de Patricia Verdugo


“El periodismo que me enseñaron no me dejó escapatoria”
“La gran periodista Patricia Verdugo murió el domingo pasado, 13 de enero, a las diez y media de la noche, en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Su último y sencillo orgullo fue saber que podía “mirar a los hijos a los ojos, cuando la pregunta es: mamá, papá, ¿qué hiciste tú en ese tiempo? Mirarlos a los ojos”.
Estaba sentada en la terraza, junto a una mesa redonda con mantel blanco, vasos de agua, papeles, periódicos. En la puerta debe estar todavía un letrero que dice Casa Mater y "Bienvenido al territorio libre de mi casa".
Con una voz sedada y sedante, sonrió: "Espero que pueda hacerla bien". Se refería a esta entrevista.
Tenía 60 años recién cumplidos, era un ícono del periodismo chileno y había tenido una vida de novela. "Todo puede cambiar dijo , los maridos, los países, las casas, pero los hijos son para siempre". Dos de sus hijos murieron, muy pequeños, y Felipe fue encargado desde el principio al ángel de la guarda. "Cuando volví de la clínica me quedé mirando a Felipe para ver que respirara... Y entonces decidí: yo no puedo controlar nada de la vida, no puedo ni siquiera retener la vida de mis hijos, y por tanto, Señor, cuídalo, ángel de la guarda, cuídalo. Y que sea lo que tenga que ser. De ahí en adelante ¡son tan libres! que no se le ocurrió nada mejor a Felipe, y después a Diego, ¡que correr en motocross! Pero la libertad es clave, amarlos libremente. Y eso parte con ama a los demás como a ti mismo "
De los preceptos cristianos, ¿ese es el que más te impresiona?
No. La palabra más importante es "hágase Tu voluntad". Para entregarte, para confiar.

LENTES AHUMADOS Y LOS ZARPAZOS DEL PUMA
Patricia trabajaba en la revista "Ercilla" y tenía dos niños cuando su padre, Sergio Verdugo fue secuestrado por efectivos de la Dirección de Inteligencia de Carabineros. Varios días después, su cuerpo fue encontrado en el río Mapocho con huellas de tortura. Entonces comenzó la investigación periodística más importante de su vida. Era julio de 1976. Dos décadas más tarde diría: "Nosotros hicimos todo lo posible".
Luego de tres libros quemantes, "Una herida abierta" (1979), "André de la Victoria" (1984) y "Quemados vivos" (1986), una tarde de 1989, "Los zarpazos del puma" estaba en la calle.
La verdad estallaba.
Patricia Verdugo había escrito esa historia, y lo había hecho con el dramatismo exacto, con la precisión de una obra maestra; sólo que todo era rigurosamente cierto. Una amiga la llamó: "Ven inmediatamente". Ya en la boca del Metro escuchó los gritos, el título de su libro del que se vendieron 100 mil copias sólo en las primeras semanas.
"Me dio susto. Me dio tanta sensación de terror, que saqué mis anteojos ahumados y me los puse, como si alguien pudiese reconocerme. Cuando yo podía caminar por el medio de la Alameda entre todos los libros, y nadie hubiera dicho ahí va la autora, pero igual me puse los anteojos ahumados para pasar entre todos, porque me daba pudor. Eso, pudor".
Tú siempre hubieras sido una periodista notable. Pero el asesinato de tu padre fue un vuelco...
El asesinato de mi padre me hizo más sensible a lo que sienten los otros. Quizás yo puedo haber aprendido a escribir mejor, para poder compartir eso. Porque ¡cómo decirles a los otros lo que significa eso!
¿Toda la vida fuiste súper woman, de no desmayar y no temer, o temer y pasar por encima del miedo?
Es que alguna vez, ante una amenaza más concreta, oí decir "vámonos al exilio", pero entre llorar con otros chilenos en Austria, ¡yo prefería llorar aquí...! Fue tan fuerte, tan fuerte, la fraternidad que hubo entre los que dábamos la lucha como pudiéramos... Yo creo que en el momento clave de la historia de los seres humanos se abren dos posibilidades: ser una buena persona, ética y moral, o ser un canalla. Cuánto lamento los que cruzaron la puerta de ser canallas, pero yo sé lo que se siente de cruzar la puerta de ser, de tratar de ser ético. Es una gran felicidad. Te permite mirar a los hijos a los ojos, cuando la pregunta es "mamá, papá, ¿qué hiciste tú en ese tiempo?". Mirarlos a los ojos.
En "Bucarest 187" dices: "Nosotros hicimos todo lo posible".
Sí. Eso no tiene que ver con Aylwin, sino con los familiares de las víctimas. Hicimos todo lo posible a pesar de que había un Presidente que creía que la justicia tenía medida, cuando la justicia es justicia y punto.
¿Cómo abrieron la puerta ética en una revista censurada?
En todas las revistas disidentes, algo siempre se quedó en el tintero de la censura. Pensábamos que se podía traspasar el límite, y entonces los directores tenían que medir, un mes de clausura, dos meses. Por eso yo no pude entender, cuando estalló el caso Arellano, cómo la revista "Hoy" mientras "Apsi" y "Análisis" lo llevaban en portada , pasó dos o tres semanas sin mencionarlo, porque el director era amigo del hijo de Arellano. ¡Imagínate! Me fui de "Hoy".
Las mujeres periodistas cumplieron un rol muy importante en este tiempo.
Como no podíamos hacer reportajes, ni emitir opiniones, todo se redujo durante un tiempo a puras entrevistas. ¿Cómo hacer la pregunta que permitiera que el general o el coronel dijera, se acercara, a lo que uno quería que contara? A un general, a un coronel, una periodista mujer le baja la guardia. Ya no es un soldado del periodismo el que entró. No. Es una mujer. Una mujer con quien a él le han enseñado a ser galán, amable. No lo puede evitar. Y, además, tiene que ser valiente. Si ella pregunta algo atrevido, él no puede quedar en menos. Jugamos a ese juego durante un tiempo, incluida la revista "Cosas". En los "setenta", el periodismo es nada más "que lo digan ellos", "ellos lo dijeron". Incluso los hacíamos revisar y firmar sus entrevistas.
¿La investigación sobre la muerte de tu padre fue un trabajo extremo?
Yo no quería hacerla. No podía hacerla. Pero nadie hizo el caso de mi papá. Qué habría dado porque una de mis amigas periodistas lo tomara. Hubo un momento en que había una jueza de probada honestidad, Dobra Lusic, y además un policía Héctor Arenas que se creía el rol del policía que tiene que encontrar la verdad, como en las películas. Y fui a Canadá para intentar que se extraditara al hombre que yo creo fue el hechor material...
Hasta ese punto llega tu libro "Bucarest 187".
Después pasaron otras cosas. El caso quedó cerrado por Amnistía. Simplemente hay un almirante, Troncoso, y un general, Brown Galleguillos, que están libres por las calles y no les ha pasado nada, no han tenido ni una hora de detención, y ellos participaron en el crimen de mi padre.
Tú cuentas en "Bucarest" que en las misas de la Vicaría de la Solidaridad se rezaba tanto por las víctimas como por los victimarios...
Todos eran víctimas, es verdad. Pero la impunidad es la violencia invisible de Chile. Estamos rodeados de hechos que producen ira. Duele estar pagándoles la pensión todos los meses a los que mataron a mi papá, a los que torturaron. Uno dice: perdón, ¿de qué se trata todo esto? Y esto tiene una razón política, la impunidad no es una casualidad, es el resultado del pacto. Tal como acaba de develarse que Lagos y la derecha hicieron un pacto para el indulto de los militares y no nos enteramos en su momento; fue un secreto de Estado. Bueno, así también hubo un pacto para que Pinochet no fuera tocado. O sea, Pinochet, de acuerdo a eso, debió morir como senador vitalicio. Fuimos nosotros los que les echamos a perder la fiesta... Que alguien de la UDI crea que salvó al país del marxismo, es obvio, pero que alguien del Partido Socialista vote por cosas que benefician a la UDI en materia de impunidad respecto a sus compañeros asesinados, eso es lo que no tiene explicación.
¿Cómo ves al país ahora?
Yo lo veo tenso; uno podía predecir un aumento de la delincuencia y de la impunidad de los delincuentes, a partir de la impunidad de Pinochet. ¡Cómo robaron, cómo mataron, y no tienen castigo! El castigo que estaba llegando a algunos era porque ya venía el indulto: no se preocupe, general; no se preocupe, coronel, le va a tocar a lo más un año; dos, porque ya viene el indulto. Nosotros no sabíamos. Nosotros celebrando que se haría justicia...
En la grabadora sonó un clic y Patricia preguntó la hora. Eran las doce, yo iba a esperar a un radiotaxi, ella iba al médico. Cuando nos despedimos, la escritora de "Los zarpazos del puma" me tomó las manos. Cartera al hombro, ojos negros y brillantes, sonrió guapa y tranquila, y me dijo con una voz bajita: "Dame energía".

miércoles, 2 de enero de 2008

Tom Hanks será el “Elvis rojo” que apoyó a Allende









El actor estadounidense Tom Hanks adquirió hace algún tiempo los derechos para llevar a la pantalla grande la vida de Dean Reed, un rubio cantante norteamericano que abrazó la causa comunista, cuestión que lo llevó desde la fama en la República Democrática Alemana hasta la depresión y la muerte. En el camino conoció Argentina, la Unión Soviética y el Chile de Salvador Allende, apoyando su campaña electoral, e incluso cantó "Venceremos" con los obreros en el Chile de Pinochet.
El estilo de Reed hacía recordar a un grande, a un rey. Por eso, fue conocido en la RDA como el Elvis Rojo, la antítesis perfecta del gran ídolo capitalista que triunfaba en los escenarios de Hollywood. Hanks le compró los derechos de la historia a su viuda Renate Blume, la última mujer con la que compartió antes de quitarse la vida.
Dean Reed, que alguna vez participó en las milicias del Líbano, actuó en películas propagandísticas del régimen germano-oriental de la República Democrática Alemana y se reconoció como uno de los mayores admiradores de Yaser Arafat, murió a los 48 años, el 16 de julio de 1986, sumergiéndose por última vez en el lago cercano a su casa de Berlín.
El actor Tom Hanks encarnará en el cine al denominado "Elvis Rojo", Dean Read, el cantante estadounidense que eligió vivir bajo el régimen comunista de la RDA y abrazó la causa revolucionaria conmocionado por la muerte de Salvador Allende.
Reed, aclamado por la República Democrática Alemana (RDA) como la antítesis anticapitalista del Presley de Memphis (EEUU), apareció muerto el 17 junio de 1986, con 48 años, en el lago a orillas de su casa, en los alrededores de Berlín.
Según ha explicado la propia Blume, en un documental dirigido por el alemán Leopold Grün, Reed sufría por entonces una fuerte depresión, se sentía "abandonado" por el público y echaba de menos su país, al que había dado la espalda décadas atrás.
Se le conoció como el Presley "rojo" porque en sus inicios buscó la fama apuntalado en un voz y un estilo similares al de Memphis.
Nacido en Colorado, en 1938, se hizo célebre entre el público de la RDA como héroe que renegó de EEUU para abrazar el comunismo.
Aprendió español en el Chile de Allende, luego pasó un tiempo en Argentina, de ahí fue a la Unión Soviética y luego a la RDA.
Volvió a Chile, ya con Pinochet, para entonar con los mineros un legendario "Venceremos", en 1983, y estuvo entre los fervientes admiradores de Yaser Arafat.

Spielberg llevará al cine historia de imitador de Elvis que triunfó en Chile
El director de "Munich", junto a Tom Hanks, pretende realizar una cinta sobre la vida de Dean Reed, el "Elvis Rojo", proyecto paralelo a un documental alemán cuyos responsables se encuentran trabajando en el país.

Steven Spielberg y Tom Hanks compraron los derechos del filme y ya se han asegurado testimonios exclusivos sobre el artista para llevar su vida a la gran pantalla en un futuro cercano.

En lo inmediato, un grupo de realizadores alemanes se encuentran en Chile para recopilar material sobre el denominado "Elvis rojo".

El recorrido fílmico partió en Alemania, donde murió el artista hace 20 años y ha traído a Chile a su realizador, el germano Leopold Grün, en busca de nuevas pistas sobre la extravagante historia.

"En Alemania del Este tuvo éxito con sus discos. Para nosotros no era especialmente simpático en realidad por ese lado, pero cuando empezamos a investigar nos pareció una figura realmente fascinante", señaló el director a Libre Acceso.

"Primero comenzamos en nuestro país y después nos dimos cuenta de que en realidad el Dean Reed más interesante era el que había vivido afuera, sobre todo en países como Chile y Argentina", sostuvo.

"Aquí (en Chile) fue realmente una estrella. Aquí nos hemos dado cuenta del personaje que fue", sostuvo Leopold Grün.

La historia de Dean Reed

Nacido en Colorado en 1938, Dean Reed llegó a Latinoamérica con poco más de 20 años, en busca de la popularidad que, por su total falta de talento, no pudo conseguir en Estados Unidos.

Bien parecido y angloparlante, sus pésimos covers del rey del rock fueron, sin embargo, bien recibidos por el público chileno, que lo transformó en un ídolo de los años sesenta.

Con constantes viajes a Chile y convertido en un ídolo de masas, su vida cambió para siempre a fines de los años sesenta, tras visitar una población marginal de Santiago.

De ahí en adelante su creciente consciencia social le haría participar de la campaña de Salvador Allende, hacer amistad con los exponentes de la Nueva Canción Chilena e incluso efectuar acciones de protesta, tal como señaló la diputada Isabel Allende.

"A mí me llamó mucho la atención como este joven que llegó en los 60, que era una estrella de rock muy popular y muy buen mozo fue empapándose de todo el proceso que se iba viviendo en Chile, de los movimientos sociales, de la participación y el canto popular", indicó la parlamentaria.

"El episodio quizás más notable es cuando él, frente al consulado norteamericano (estadounidense) lavó una bandera norteamericana como una señal de protesta por las intervenciones de Estados Unidos en Vietnam", dijo la hija del derrocado presidente.

Residente de Alemania Oriental, Dean Reed conoció de lejos los alcances del Golpe de 1973, que llegó mientras él mientras triunfaba en Europa del Este.

De todas formas apoyó económicamente algunas acciones de la resistencia chilena, y hasta viajó personalmente a Chile en 1983, para participar en algunas acciones de protesta, que le significaron la expulsión.

Las dudas sobre su deceso

Hombre atlético y de buena salud, la muerte de Dean Reed en junio de 1986 se convirtió en un misterio, al aparecer ahogado en un lago de poca profundidad y sin rasgos de alcohol o enfermedad previa.

Esta situación también formará parte de la trama del documental alemán "El Elvis rojo", que recuperará testimonios de la época, imágenes de archivo e importantes datos biográficos, todo condimentado por la música del mismo Dean Reed pero modernizada y arreglada por el realizador del filme.