sábado, 22 de diciembre de 2007

LA CIA Y LA TORTURA

La tortura es todo acto en que se infligen intencionalmente dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, en particular con el fin de obtener de la persona torturada o de un tercero información o una confesión, pero quienes defienden el derecho de torturar invocan el principio del bien superior o del mal menor.
Por Raúl Sohr
Publicado el 16 Dic 2007
El general Michael Hayden, director de la CIA, está citado a comparecer ante dos comités del Congreso que investigan la aplicación de torturas a prisioneros. El caso está centrado en el ciudadano palestino Abu Zubaydá, que fue capturado en Pakistán en 2002 y luego enviado a la base de la bahía de Guantánamo. John Kiriakou, un agente retirado de la CIA que participó en los interrogatorios, declaró que el prisionero fue sofocado con una bolsa plática y agua hasta el punto de la asfixia.
Este trato, muy aplicado bajo las dictaduras latinoamericanas, se denomina genéricamente "el submarino" entre los torturadores. En Estados Unidos le llaman "water boarding" y sus defensores señalan que no constituye un apremio ilegítimo, sino que califica como interrogatorio coercitivo (enhanced interrogation).
En este ámbito, también se aplica la privación del sueño, la comida, el abrigo, los golpes y forzar largos períodos de pie o en posturas mortificantes.
El vicepresidente Dick Cheney, al ser consultado en octubre del año pasado si le parecía aceptable asfixiar bajo el agua a un interrogado, respondió que a él no le cabían dudas que era legítimo.
En la idea no está solo, ya que una encuesta realizada por el Pew Research Centre Fund, en Estados Unidos, mostró que casi la mitad de los norteamericanos acepta la aplicación de la tortura para obtener información sobre los terroristas.
El lunes fue conmemorado el Día Internacional de los Derechos Humanos y viene al caso recordar que, según la Organización de las Naciones Unidas, la tortura es todo acto en que se infligen intencionalmente dolores o sufrimientos graves, ya sean físicos o mentales, en particular con el fin de obtener de la persona torturada o de un tercero información o una confesión; castigarla por un acto que haya cometido o se sospeche que haya cometido; intimidar o coaccionar a esa persona o a otras.
La definición es clara, pero quienes defienden el derecho de torturar invocan el principio del bien superior o del mal menor.
Si es necesario torturar para impedir un atentado que costará la vida de inocentes, entonces, por odioso que resulte, más vale arrancar la información a como dé lugar.
La realidad enseña, sin embargo, que una vez que hay luz verde para la tortura, ésta suele aplicarse en forma generalizada.
Las más de las veces la tortura es un medio de represión política, destinado a destruir el espíritu del adversario Así ha sido durante toda la historia.
En Chile fueron torturadas decenas de miles de personas bajo la dictadura militar.
El general Augusto Pinochet recibió en 1974 en su despacho a un par de religiosos que acudieron a denunciar el cruel trato dado a los prisioneros.
Ante su planteamiento, según uno de ellos, obtuvieron la siguiente respuesta:
"Miren, ustedes son sacerdotes y trabajan en la Iglesia. Ustedes pueden darse el lujo de ser misericordiosos y benevolentes. Yo soy soldado y tengo, como Jefe de Estado, la responsabilidad de todo el pueblo chileno. El bacilo del comunismo ha invadido al pueblo, por eso tengo que exterminar el comunismo. Los comunistas más peligrosos son los miristas. Hay que torturarlos porque si no, no cantan. La tortura es necesaria para extirpar el comunismo".
A confesión de partes relevo de pruebas.