viernes, 28 de septiembre de 2007

Declaración del Cardenal Raúl Silva Henríquez sobre el 11 de septiembre

Santiago, 13 de septiembre 1973

1.- Consta al país que los Obispos hicimos cuanto estuvo de nuestra parte porque se mantuviera Chile dentro de la Constitución y la Ley, y se evitara cualquier desenlace violento como el que ha tenido nuestra crisis institucional. Desenlace que los miembros de la Junta de Gobierno han sido los primeros en lamentar.
2.- Nos duele inmensamente y nos oprime la sangre que ha enrojecido nuestras calles, nuestras poblaciones y nuestras fábricas, sangre de civiles y sangre de soldados, y las lágrimas de tantas mujeres y niños.
3.- Pedimos respeto por los caídos en la lucha, y en primer lugar, por el que hasta el martes 11 de septiembre fue el Presidente de la República.
4.- Pedimos moderación frente a los vencidos. Que no haya innecesarias represalias, que se tome en cuenta el sincero idealismo que inspiró a muchos de los que han sido derrotados. Que se acabe el odio, que venga la hora de reconciliación.
5.- Confiamos que los adelantos logrados en los gobiernos anteriores por la clase obrera y campesina no serán desconocidos, y por el contrario, se mantendrán y se acrecentarán, hasta llegar a la plena igualdad y participación de todos en la vida nacional.
6.- Confiando en el patriotismo y en el desinterés que han expresado los que han asumido la difícil tarea de restaurar el orden institucional y la vida económica del país, tan gravemente alterados, pedimos a los chilenos que, dadas las actuales circunstancias, cooperen a llevar a cabo esta tarea, y sobre todo, con humildad y con fervor pedimos a Dios que los ayude.
7.- La cordura y el patriotismo de los chilenos, unidos a la tradición de democracia y de humanismo de nuestras Fuerzas Armadas permitirán que Chile pueda volver muy luego a la normalidad institucional como lo han prometido los mismos integrantes de la Junta de Gobierno y reiniciar su camino de progreso en la paz.

Raúl Silva Henríquez Cardenal y Arzobispo de Santiago y Presidente Confederación Episcopal Mons. José Manuel Santos A., Vice-Pdte. Conferencia Episcopal y Obispo de Valdivia; Mons.Bernardino Piñera, Obispo de Temuco; Mons. Orozimbo Fuenzalida, Obispo de Los Angeles.

Un hombre para las horas difíciles


La mejor presentación la hizo él mismo en los días agrios del matonaje: fue el 24 de septiembre de 1973, en el Estadio Nacional abarrotado de detenidos tras el golpe. Le dieron un micrófono y habló:

"Quizá muchos de ustedes no me conocen. Me llamo Raúl Silva Henríquez, soy cardenal de la Iglesia Católica. Represento a una Iglesia que es servidora de todos y especialmente de los que sufren. Quiero servirlos y, tal como Jesús, no pregunto quiénes son ni cuáles son sus creencias o posiciones políticas. Me pongo a disposición de los detenidos..."



Así, sin más aparato que la solemne sencillez de su persona, el hombre más importante del catolicismo chileno aseguraba comprometerse con la causa de la justicia en medio de un país violentamente roto. Pero su actitud no era producto de reacciones viscerales del momento; era, más bien, consecuencia práctica de aquello en lo que creía; en lo que había creído desde toda su vida.
Don Raúl nació en Talca el 27 de septiembre de 1907.
Sus raíces paternas estaban por Colchagua y las maternas allá por el sur de Talca, casi en San Javier de Loncomilla. Tierra de huasos. Y por Silva y por Henríquez los 19 hermanos del matrimonio de don Ricardo con doña Mercedes, pudieron heredar fortunas.
Pero la raíz campesina les quedó a todos en las entretelas del corazón. Por eso cuando Raúl, siendo cardenal dijo en una entrevista que el obispado de Santiago le "había salido chúcaro", nadie pudo sorprenderse.

EL PADRE RAUL

En 1943 es nombrado primer rector del Liceo Arriarán Barros, en la comuna de La Cisterna. Junto al liceo construye el templo de la parroquia San Juan Bosco. Pasan otros cinco años y asume como rector en el colegio Patrocinio de San José y empieza a abrir horizontes en la labor educadora de la Iglesia: funda y preside la Federación Nacional de Colegios Particulares Secundarios (FIDE) y crea la revista Rumbos. Trasladado al rectorado del seminario mayor salesiano en La Florida, lo amplía para todo el Cono Sur de América Latina y se convierte en un animador constante de la Conferencia de Religiosos de Chile. En 1957, es nombrado rector del colegio Juan Bosco y las escuelas profesionales de la Gratitud Nacional. Al mismo tiempo organiza el Instituto Católico de Migración y coordina muchas iniciativas solidarias que agrupa bajo las banderas de Cáritas-Chile: en esa institución fue presidente de la filial chilena y vicepresidente y después presidente a nivel mundial. Su nombre era conocido como el de un cura metido a empresario, un organizador nato de experiencias al servicio del bien público. Por eso extrañó a muchos que el Papa Juan XXIII lo nombrara obispo de Valparaíso en 1959; muchos lo veían más bien como un Ministro de Planificación.

EL PASTOR DEL PUEBLO

Mientras tanto, había fallecido en Santiago el cardenal Caro, rodeado del cariño de los pobres y la veneración de sus conciudadanos, a la benemérita edad de 92 años. Para sucederlo se barajaban los nombres del pomposo y conservador arzobispo de Concepción, don Alfredo Silva, y el del visionario y activo obispo de Talca don Manuel Larraín. Sorpresivamente el Papa Juan XXIII nombró a don Raúl y muchos arriscaron la nariz: era un religioso en un cargo tradicionalmente servido por curas seculares, era un hombre nuevo en el episcopado, era un hombre al que no se le conocía alineación mental en esa hora de cambio en América Latina.
¿Para qué lado de la cancha tiraría el nuevo arzobispo de Santiago?
Pronto empezó don Raúl a dar señales por dónde iba a caminar.
Inició una vasta y profunda reforma en la Iglesia de Santiago aplicando las normas del Concilio Vaticano II, inició la reforma agraria en el país distribuyendo algunos fundos pertenecientes a la Iglesia, siguió creando respuestas pastorales en el campo de las comunicaciones, las viviendas populares (INVICA), el Banco del Desarrrollo, la Academia de Humanismo Cristiano, parroquias en ambientes populares, las Aldeas de Niños S.O.S, para los desvalidos, la librería Manantial, etc.
Pero tuvo un revés que le dolió en el alma: un grupo de católicos más críticos ante la situación social y política, se tomó un día la Catedral como un signo de rebeldía pidiendo que la Iglesia se acercara más al pueblo y no se quedara en gestos publicitarios. Don Raúl reaccionó indignado pero en el fondo tuvo que reconocer que su obra podía tener varias interpretaciones. Desde entonces actuó con la misma seguridad pero con más diálogo.
Notable fue su actuación junto a los obispos argentinos y a pesar del nuncio en Chile, Angel Sodano, para pedir la mediación del Papa cuando los dos países estaban ya afinando la mira de los fusiles. Siempre recordaría don Raúl cómo tuvo que imponerse para que Sodano, que no quería la mediación porque el prestigio del Vaticano saldría mal parado si fracasaba-, cumpliera su deber de correo entre Santiago y Roma.

DEFENSA DE LOS DERECHOS DEL SER HUMANO

Seguramente el respeto ganado por don Raúl dentro y fuera de Chile nació de su posición ante la dictadura militar.
Pinochet y los golpistas soñaban con imitar a Franco, que en España había recibido bendiciones de la Iglesia tras la guerra civil que había provocado en nombre del fascismo. Por eso se extrañaron cuando en vez de aplausos, el cardenal Silva y los obispos chilenos lamentaron el golpe, pidieron moderación y respeto frente a los caídos, poniendo en primer lugar al presidente Allende, llamaron a respetar las conquistas obreras y también a ayudar al gobierno militar para que pronto se volviera al cauce democrático.
Sin embargo, hay que decir que también don Raúl y los obispos estaban perplejos y quedaron confundidos. Después dijeron que jamás imaginaron la capacidad de agresividad y violencia anidada en las Fuerzas Armadas. Siempre las habían visto de uniforme de gala desfilando en el Parque O'Higgins y haciendo brindis en los salones de la burguesía. Por eso cuando se pusieron traje de combate, se untaron la cara y juraron "exterminar el cáncer marxista", como aseguraba el general Leigh, los obispos se resistieron a creer en la barbarie.
Entonces la mayoría de ellos se comprometió con respuestas de urgencia: en Santiago don Raúl creó el Comité Pro Paz y después la Vicaría de la Solidaridad, que ayudaron a salvar tantas vidas, se puso del lado de los perseguidos, fue la figura más destacada por su prestancia moral y su significado en la defensa de los derechos humanos y le devolvió a la Iglesia una credibilidad popular nacida de la comprobación del testimonio, no de los puros discursos y prédicas.
Solamente tres notas negras tuvo que lamentar el Cardenal y que reconoció después con humildad: el no haber creído desde el primer momento en la maldad de la fuerza militar, en haber detenido una declaración condenatoria del Papa Pablo VI al régimen de Pinochet y, finalmente, su empeño en validar la llamada Ley de Amnistía, creyendo que eso iba a favorecer el entendimiento.
De todos modos esas tres cruces que acompañaron a don Raúl hasta el final de sus días, no hacen sombra a la magnífica y contundente labor en defensa de la gente.
Sus funerales, con la presencia de un pueblo agradecido, son la prueba más clara que la vida de Raúl Silva Henríquez no pasó en vano.
AGUSTIN CABRE RUFATT (*)
(*) El autor es sacerdote y periodista.

LUIS JAIME PALOMINOS ROJAS

Nombre : LUIS JAIME PALOMINOS ROJAS
Rut : 5.046.096, Santiago
F.Nacim. : 09‑10‑51, 23 años a la fecha de su detención
Domicilio : Mariano Latorre 4360 Villa Macul, Ñuñoa, Santiago
E.Civil : Soltero
Actividad : Estudiante del Conservatorio Nacional de Música
C.Repres. : Militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR
F.Detenc. : 7 de diciembre de 1974



SITUACION REPRESIVA
Luis Jaime Palominos Rojas, soltero, estudiante del Conservatorio Nacional de Música, militante del MIR, fue detenido el día 7 de diciembre de 1974, en la ciudad de Santiago por agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional, y conducido hasta el centro secreto de detención y tortura, ubicado en José Arrieta 8.200, Peñalolén, y conocido como Villa Grimaldi, donde permaneció en un galpón grande, la mayor parte del día amarrado de pies y manos.
Aún cuando no existen testigos presenciales de la detención del afectado, su certeza y la responsabilidad que en ella le cabe a la DINA, se ve confirmada por hechos posteriores.
En efecto, el día 7 de diciembre de 1974 fue detenido por agentes de la DINA, en su antiguo domicilio de la calle Manuel de Salas 347, Dpto.21, el cuñado del afectado, Cristián Mallol Comandari, y ese mismo día, lo fue, por los mismos aprehensores, la mujer de Mallol y hermana de la víctima Eva Eugenia Palominos Rojas. Ambos testimoniarían posteriormente haber visto recluido, en el recinto de Villa Grimaldi en el mes de diciembre de 1974, a Luis Jaime Palominos, el que fue incluso careado y torturado física y sicológicamente junto a su hermana, en forma simultánea, en más de una oportunidad.
También sería confirmada, mediante el relato de los testigos, la permanencia en Villa Grimaldi, de Luis Palominos, de nombre político "Raúl" y ayudante del también militante del MIR, josé Hernán Carrasco Tapia. Este último, estando detenido y obligado por sus captores, apareció en una transmisión televisiva en el mes de febrero de 1975, leyendo un comunicado, en compañía de los militantes del su colectividad política Cristián Mallol Comandari, Héctor Hernán González Osorio y Humberto Menanteaux. Tanto Carrasco como el último de los mencionados fueron asesinados por miembros de la DINA luego de ser liberados, mientras que las otras dos personas lograron salir del país.
En declaración prestada ante Notario Público, relataría Mario Francisco Venegas Jara, haber permanecido recluido en Villa Grimaldi entre el 9 y 28 de diciembre de 1974, período durante el cual compartió con otros detenidos, entre los que recuerda particularmente a Luis Palominos Rojas, quien presentaba sus manos quemadas por brasas de cigarrillo, y a quien el testigo ayudó a sanarlas.
Por su parte, Luis Alfredo Muñoz González, declararía que fue detenido el 10 de diciembre de 1974, por un grupo de agentes de la DINA, entre los que se encontraban Osvaldo Romo Mena y Miguel Krassnoff Martchenko. Fue golpeado en la cara, con la culata de un fusil, esposado, colocándosele scotch sobre sus ojos, para ser trasladado hasta Villa Grimaldi, recinto en el que permaneció hasta el 1º de febrero de 1975, fecha en que fue trasladado a Cuatro Alamos. Recuerda el testigo que apenas fue ingresado a Villa Grimaldi procedieron a golpearlo y a someterlo a torturas mediante aplicaciones de corriente eléctrica en todo su cuerpo, luego de lo cual fue dejado en una pieza en la que se encontraban otros detenidos, mencionando entre estos a Luis Palominos Rojas.
Continuaría señalando el señor Muñoz González, que el día 24 de diciembre de 1974, el afectado fue sacado desde Villa Grimaldi, con rumbo desconocido, junto a otros detenidos, entre los que recuerda a Washington Cid Urrutia, Guillermo Silva Camus y Anselmo Radrigán Plaza, todos los cuales permanecen desaparecidos desde entonces.
Por el relato de otros testigos se ha sabido también, que fueron sacados desde Villa Grimaldi, en la fecha señalada, permaneciendo desaparecidos desde entonces, los detenidos María Teresa Bustillos Cereceda, Alejandro Riffo Ramos, Guillermo Beausire Alonso y Carlos Terán de la Jara. Este último había sufrido una hemorragia estomacal, estaba en muy mal estado, botaba sangre por la boca, y fue sacado de la celda en estado agónico.
Ante las insistentes preguntas de su hermana Eva Eugenia ‑quien al 24 de diciembre de 1974 permanecía recluida en Villa Grimaldi‑ por el paradero de Luis Jaime Palominos, esa misma mañana un agente de la DINA le señaló que el afectado había sido trasladado, junto a otros detenidos, al Pabellón de Incomunicados de "Cuatro Alamos". Sin embargo, dos días después, Eva fue llevada hasta el recinto mencionado, donde en vano trató de localizar u obtener alguna información sobre la víctima y el resto del grupo trasladado. Ninguno de ellos había pasado jamás por "Cuatro Alamos".
Todo lo expuesto hasta el momento, se ha visto confirmado de una u otra forma, por lo declarado años más tarde por otros ex‑ detenidos. Entre ellos Héctor Hernán González Osorio y su esposa Ofelia Nistal Nistal, Guillermo Cornejo Díaz, Alejandra Holzapfel Picarte y María Isabel Ortega.
Es importante, además, señalar que Luis Palominos era un joven de salud frágil, que sufría de ataques epilépticos, pues en el mes de febrero de 1973 había sufrido un accidente, permaneciendo dos meses internado en el Hospital de Neurocirugía, en estado grave.
Asimismo, dos hermanos del afectado Eduardo Helmut y Erwin Edgardo Palominos Rojas, ambos empleados de LAN Chile, habían sido detenidos el 13 de septiembre de 1973, siendo liberados después de permanecer recluidos en diversos recintos.
El nombre del afectado figura en una nómina de 60 miristas chilenos, supuestamente muertos" por sus propios compañeros de lucha", en Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá, México y Francia, publicada en la revista LEA de Buenos Aires; la que unida a otra lista de 59 chilenos, miembros del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), dados por muertos, heridos o evadidos en un enfrentamiento con fuerzas policiales argentinas, acaecido en Salta, y publicada en el Diario O'DIA de Curitiba, Brasil, enteran un total de 119 personas. Tres periódicos nacionales: El Mercurio, La Segunda y Las Ultimas Noticias reprodujeron las noticias mencionadas, los días 23, 24 y 25 de julio de 1975 respectivamente.
Igualmente, Luis Jaime Palominos Rojas figura en una nómina de detenidos y desaparecidos desde el recinto de Villa Grimaldi, en el período comprendido entre noviembre de 1974 y febrero de 1975, que publicó el 26 de abril de 1990 el diario "Fortín Mapocho".
Particularmente ilustrativas resultan las declaraciones vertidas por un ex‑prisionero, acerca de la realidad vivida por los detenidos en el interior del recinto conocido como Villa Grimaldi.
Expresa el testigo, textualmente, lo siguiente: "durante mi primer período de reclusión en Villa Grimaldi, en el mes de diciembre de 1974, los detenidos permanecíamos en una "pieza grande" con una puerta de metal, estábamos en el suelo día y noche, y la única actividad era esperar para ser llevado a la tortura o a presenciar la tortura de otro. Las mujeres estaban separadas en otra pieza. Permanecíamos con los ojos vendados todo el tiempo. Por las noches nos amarraban pies y manos juntos, por la espalda, y nos hacían acostarnos en el suelo que era de baldosas. Antes de dormir y en la mañana nos sacaban al baño, que era uno solo y quedaba al lado de la pieza de la "parrilla" (sala de torturas. La referencia a la "parrilla" es hecha a un catre metálico al que se ataba a un detenido desnudo, aplicándosele corriente eléctrica en diversas partes del cuerpo, principalmente a las más sensibles), lo que nos permitía escuchar los gritos de los que estaban siendo torturados. Eramos alimentados tres veces al día. Al desayuno, un pote de aluminio con café y un pan, a la hora de almuerzo, un plato de sopa, y lo mismo en las noches. A veces nos desataban las manos para comer y otras veces sólo a algunos, los que debían entonces dar de comer a quien estaba al lado. Otras veces, nos hacían comer en el suelo, con las manos amarradas a la espalda, como perros, lamiendo los platos como podíamos. Esto era humillante y desesperante.
"La verdad es que en Villa Grimaldi uno convivía con la tortura, el sufrimiento y la muerte todo el tiempo, sin parar. Día y noche se sentían los gritos de hombres y mujeres siendo "parrillados", golpeados o colgados, que era otro tipo frecuente de tortura usado por la DINA. Consistía en suspender a los detenidos con las manos amarradas a una viga, o bien amarrados de manos y pies y colgados como un cordero, en la posición que los brasileños bautizaron de "pau de arara". Así, desnudos y siempre con los ojos vendados, se les aplicaba electricidad en todas partes. Cuando nos sacaban al baño podíamos escuchar los ruidos de tortura: gritos ahogados por los trapos puestos en la boca, cuerpos estremeciéndose, insultos, respiraciones jadeantes. Convivir cotidianamente con eso es horrible y hace parte del proceso de destrucción psicológica del detenido.
"Existía también un sitio conocido como la Torre, era un lugar siniestro y temido por todos, que quedaba en una parte más aislada de Villa Grimaldi y donde se llevaba a presos, que no se quería que los otros vieran y que probablemente serían torturados hasta la muerte, por lo menos esa es la imagen que todos teníamos. Ir a la Torre era como estar destinado a morir en Villa Grimaldi. Así había en este centro de sufrimiento y locura permanente, una especie de distribución territorial de la muerte, las "Casas Chile" eran área de muerte probable, las "Casas Corvi" aumentaban esa posibilidad, y La Torre la tornaba cierta".
Luis Jaime Palominos Rojas desapareció desde Villa Grimaldi el 24 de diciembre de 1974, cuando fue sacado junto a otros detenidos con destino desconocido.


GESTIONES JUDICIALES Y/O ADMINISTRATIVAS
Yolanda Rojas Schmidt, madre del afectado, interpuso ante la Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de amparo en su favor y en el de su hermana Eva Palominos Rojas, el 30 de diciembre de 1974, el que fue rolado con el Nº1653/74.
Con fecha 17 de enero de 1975, previo Oficio de la Corte, el Jefe de Zona en Estado de Sitio de la Provincia de Santiago, general Sergio Arellano Stark, informó que al afectado no se le instruía causa en el II Juzgado de esta Jefatura. Respecto de Eva Palominos, señaló que se encontraba en el Campamento de Detenidos de "Tres Alamos" en conformidad a la Facultad de Estado de Sitio, encontrándose en trámite en el Ministerio del Interior, el decreto correspondiente.
El 27 de enero del mismo año, se certificó en autos que Luis Jaime y Eva Eugenia Palominos Rojas, no se encuentran detenidos ni procesados por los Tribunales de Aviación dependientes del Comando de Combate; todo ello según Oficio Nº23 remitido al Tribunal por el Organismo señalado.
Posteriormente y a requerimiento de la Corte de Apelaciones, luego que la recurrente informara al Tribunal el 26 de enero del 75 que Eva Palominos había sido sacada de "Tres Alamos" y que en fechas anteriores había sido careada en otro recinto con el afectado, el Ministerio del Interior envió los siguientes informes sucesivos.
El 24 de febrero de 1975, señaló que "Luis Jaime y Eva Eugenia Palominos Rojas no se encuentran detenidos por orden de este Ministerio".
El 27 de marzo de 1975: que "Luis Palominos no se encuentra detenido por orden de este Ministerio y que Eva Palominos Rojas se encuentra detenida en el Campamento de "Tres Alamos", en cumplimiento a lo que ordena el Decreto Exento Nº729 de este Ministerio, dictado en uso de la facultad que me concede el Decreto ley Nº228 en relación con el Art.72 Nº17 de la Constitución Política del Estado.
El 2 de abril del mismo año, que "Eva Palominos Rojas se encuentra en el Campamento de Detenidos de Cuatro Alamos, en tanto que el afectado ‑se insiste‑ no se encuentra detenido".
Paralelamente a estos informes, el 10 de marzo del 75, el Director de Inteligencia Nacional, rogó a la Corte "tener la amabilidad de dirigirse al Ministerio del Interior (Departamento Confidencial) o a la Secretaría Ejecutiva Nacional de Detenidos, que tienen como misión dar este tipo de informaciones".
Oficiándose al Ministro de Defensa de la época Herman Brady Roche, para mejor resolver el recurso esta autoridad informó el 12 de junio del 75, que se sirva requerir la información pedida directamente al Comandante en Jefe de la II División de Ejército y/o al Comandante en Jefe del Comando de Combate de la Fuerza Aérea, que corresponde.
Con el mérito de los informes transcritos y sin que se instara por la comparecencia ante el Tribunal de Eva Palominos Rojas, la Corte rechazó el recurso de amparo interpuesto, con fecha 13 de junio de 1975, y ordenó remitir los antecedentes al 6º Juzgado del Crimen de Santiago, a fin de que instruya sumario para investigar la comisión de un posible delito en el desaparecimiento del afectado.
Fue así, como por Oficio de la Corte de Apelaciones, se inició causa ante el 6º Juzgado del Crimen, por la presunta desgracia de Luis Palominos Rojas, el 19 de junio de 1975, la que roló bajo el Nº91.826. Sin embargo, con esta misma fecha, este Juzgado se declaró incompetente, remitiendo los antecedentes al 11º Juzgado del Crimen de Santiago, por corresponderle el conocimiento e investigación de los hechos, rolando en definitiva con el Nº2808‑7, e iniciándose el proceso el primero de julio del año indicado.
El Tribunal decretó de inmediato el requerimiento de informe al Ministerio del Interior, oficiándose y despachó la correspondiente orden de investigar.
El Ministro del Interior de la época, Raúl Benavides Escobar, informó el 9 de julio de 1975 que el afectado no se encontraba detenido por orden de este Ministerio.
Agregada a los autos la orden de investigar debidamente diligenciada, ésta no aportó antecedentes que permitieran establecer el paradero del afectado. Así, se consultó al Servicio Nacional de Detenidos, donde se señaló que por informaciones de Yolanda Rojas S., su hijo Luis Jaime habría sido detenido el 8 de diciembre de 1974, en la vía pública. Se trató de ubicar a la señora Rojas, comprobándose que se había trasladado a Francia. Del mismo modo consultado el Registro Civil, se constató que no se encontraba registrada la defunción del afectado y consultada la sección de Fronteras, que éste no registraba salida del país. El único antecedente más efectivo que arrojó la orden de investigar, fue el de señalar que en información radial extranjera de 22 de julio de 1975, se expresó que Luis Jaime Palominos Rojas, habría sido ultimado por extremistas en Argentina, dejándose constancia, sin embargo, que éste es un antecedente totalmente extraoficial y no comprobado.
Con fecha 24 de febrero de 1976, el Tribunal, en relación a la publicación del diario "Las Ultimas Noticias" de 23 de julio de 1975, en la que figura el nombre del afectado como muerto en un enfrentamiento, y siendo la fuente de esta noticia el semanario LEA de Buenos Aires, ordenó despachar exhorto al Juzgado competente de dicha ciudad a fin de practicar investigaciones que conduzcan a establecer la veracidad de la publicación aludida.
De esta forma, luego de recibido el exhorto correspondiente, el Juzgado competente de Buenos Aires, recabó información entre los expendedores de Diarios y Revistas y en la Secretaría de Prensa de la Presidencia de la Nación respecto del semanario LEA, no obteniendo resultados positivos. Asimismo, requiriendo información del Registro del Estado Civil, se señaló que no aparece en los registros, el acta de defunción de Luis Jaime Palominos Rojas.
Asimismo y luego de haberse informado por Investigaciones de Chile, Policía Internacional, que el afectado no registra viajes, fuera del país, el Titular del 11º Juzgado del Crimen, señor Tomás Dahm Guíñez, declaró cerrado el sumario y sobreseyó temporalmente la causa el 27 de agosto de 1976.
Elevándose en consulta la resolución anterior, fue aprobada por la Corte de Apelaciones de Santiago el 13 de septiembre del mismo año.
El Comité de Cooperación para la Paz en Chile haciendo suya la solicitud presentada previamente por los familiares, de 163 personas desaparecidas tras su arresto, elevó a la Corte Suprema una nueva petición de designación de Ministro en Visita que dirigiera las investigaciones. Esta petición fue rechazada en consideración a que los jueces han efectuado en los sumarios respectivos las diligencias adecuadas. Sólo tres de los magistrados del Máximo Tribunal, su Presidente don José María Eyzaguirre, y los señores ministros Ortiz y Erbetta, estuvieron por acogerla "atendida la gravedad de la situación, el número de personas desaparecidas y el tiempo transcurrido desde que lo están".
Ante la ocurrencia de nuevos acontecimientos que significaron aportar importantes antecedentes a la mayoría de los casos de las 163 personas desaparecidas luego de su arresto, el Comité de Cooperación para la Paz en Chile, elevó una nueva petición de designación de Ministro en Visita, el 1º de agosto de 1975, la que también fue rechazada.
Entre estos nuevos antecedentes está el hecho de que la prensa nacional reprodujo las noticias publicadas en la Revista LEA de Buenos Aires y en el Diario O'DIA, de Curitiba, Brasil, merced las cuales 119 chilenos fueron dados por muertos por sus "propios compañeros de lucha", en Argentina, Colombia, Venezuela, Panamá, México y Francia; o por supuestamente muertos, heridos o evadidos en un enfrentamiento armado con fuerzas policiales argentinas, en la localidad de Salta, del vecino país. Ambas publicaciones aparecieron en esa única oportunidad, sin pie de firma de editor responsable, y con domicilios que resultaron ser inexistentes. Por otra parte ninguno de los gobiernos de los respectivos países, inclusive las autoridades chilenas pudieron confirmar oficialmente las informaciones publicadas.